20 Aug 2021/ Miscelanea

Cambiar el paradigma: el conocimiento indígena en la investigación científica

Por UAM Cuajimalpa a las 02:08 pm


Por Xilena Pinedo

La investigación colaborativa entre el conocimiento de los pueblos indígenas y el conocimiento científico ha cobrado mayor relevancia, pues permite comprender y enfrentar problemas globales como el cambio climático y sus efectos. Sin embargo, este intercambio de saberes supone grandes desafíos como el permanente riesgo de la pérdida de estos conocimientos y la falta de reconocimiento de los poseedores de la información. Las nuevas formas de investigación apuntan a un trabajo colaborativo que preserve el conocimiento tradicional, reconozca su autoría y entregue una comprensión integral del problema que se está analizando. "Muchos investigadores solo nos ponen como informantes, cuando nosotros somo los que hemos facilitado el conocimiento sobre las plantas", cuestionan los líderes indígenas amazónicos.

Durante los últimos años, la Amazonía ha sido uno de los territorios sobre los que más se ha investigado en todo el continente. Las expediciones sobre esta zona se remontan con mayor intensidad al siglo XIX y no siempre tuvieron un fin exclusivamente científico. El antropólogo peruano Alberto Chirif cuenta, en su libro Después del caucho, que estos viajes científicos, financiadas por los gobiernos, surgieron con el fin de encontrar sobre todo nuevas fuentes de recursos, debido al crecimiento tecnológico y el desarrollo industrial. Por ejemplo, a finales del siglo XIX, "el Gobierno francés envió a Olivier Ordinarie a Perú a adquirir semillas de cinchona para aclimatarlas a Argelia".

Muchos de estos estudios han necesitado del apoyo de líderes indígenas locales y del conocimiento que estos tienen sobre la flora y la fauna, en lo que se considera uno de los espacios más biodiversos del mundo. Sin embargo, sus nombres y sus aportes no siempre han sido mencionados, expuestos o reconocidas en los artículos científicos. O, incluso, han sido registrados como descubrimientos.

La ciencia occidental ha publicado algunos saberes tradicionales como si se tratasen de descubrimientos nuevos, sobre todo, al estar relacionados a botánica, farmacología o propiedades de plantas medicinales. Por otro lado, las ciencias sociales, en su mayoría, han tendido a folclorizar y romantizar los conocimientos indígenas y locales.

Sin embargo, ninguna de las dos formas que incorporan el conocimiento tradicional en los artículos científicos presentan como autores a voces locales ni líderes indígenas. Esta falta de reconocimiento resulta contradictoria si se tiene en cuenta que son ellos quienes poseen estos saberes y los han conservado en sus comunidades por años.

“En toda investigación, la línea base son los conocimientos, las experiencias y las prácticas que posee la comunidad. Ninguna investigación sale de un conocimiento propio del investigador”, dice Tuntiak Katan, miembro del pueblo indígena Shuar y vicecoordinador de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).

La lideresa Teresita Antazú, miembro del pueblo Yanesha y dirigente de la Unión de Nacionalidades Asháninkas y Ainisha (UNAY), habla de la importancia del conocimiento heredado y transmitido por generaciones. “Nosotros somos del pueblo Yanesha, tenemos nuestras creencias y toda una tradición que venimos transmitiendo desde nuestros abuelos, las mamás a los hijos y nosotros a los nietos”, dice.

La también exdirigente de la Asociacion Interetnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) cuenta que, en su comunidad, siempre han estado abiertos a compartir sus conocimientos con los investigadores, a pesar de que muchas veces no reciben actualizaciones sobre lo que ocurrió con esos estudios. “Ha pasado que han venido médicos a las comunidades, pero vienen y se van, entonces, no sabemos si se habrá escrito algo de nosotros o no”, indica.

Una investigación colaborativa inicia desde que se propone el tema a estudiar. Normalmente, el conocimiento científico se caracteriza por estar basado en paradigmas, es decir, centrado en la experimentación en laboratorio y en el campo, explicó Manuel Martín, director de Investigación en sociodiversidad del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP).

os estudios científicos publicados en revistas indexadas parten de las interrogantes que se plantea el o la investigadora y que, luego, comprueba a través del uso de una metodología. “Siempre vamos y hacemos todos los planteamientos desde nuestra perspectiva, desde nuestro contexto y desde nuestra necesidad”, sostuvo Narel Paniagua, científica reconocida por su trabajo con las comunidades indígenas en la conservación de los conocimientos tradicionales.

Sin embargo, si la selección del tema se realizara en el marco de un trabajo colaborativo, este surgiría a partir de una conversación con las comunidades locales e indígenas sobre las necesidades y los problemas que se enfrentan en esa región en específico. La investigadora boliviana señala que el trabajo de los científicos debería partir por proponer el proyecto a la comunidad, explicar lo que se quiere hacer y cómo los beneficiará.

Rodrigo Lazo, antropólogo que trabajó con comunidades awajún, aclara que a ese método de trabajo se le conoce como “investigación basada en la comunidad”. El especialista sostiene que llevar a cabo esta metodología es complejo, puesto que implica que los investigadores vayan a la comunidad, identifiquen lo que necesitan y es relevante para ellos, y, a partir de allí, planteen las preguntas de investigación y las hipótesis. “No es que el investigador habla solo con sus pares, sino que la producción científica se desplaza a otro lugar que no es el laboratorio”, señala.

De esta manera, definir el trabajo de investigación requiere de más tiempo, porque supone la necesidad de establecer una relación entre los investigadores occidentales y los líderes de las comunidades en la que dialoguen y concluyan cómo y qué problema abordar.

“Es importante el reconocimiento de los integrantes indígenas como autores en las investigaciones, porque cuando la información vuelve a la comunidad, ellos se empoderan y generan una visión de valor que ellos no percibían a su conocimiento tradicional”, subrayó Narel Paniagua.

Esta devolución del conocimiento ayuda como un recurso para transmitir estos saberes a través de las generaciones. La líder yanesha Teresita Antazú explicó que los mapas y cuentos grabados por el antropólogo Richard Chase Smith en 1980, ahora, sirven para que los más jóvenes aprendan sobre las costumbres de la comunidad.

El trabajo de Richard Smith y Narel Paniagua son ejemplos de la colaboración que se puede alcanzar entre ambos sistemas de conocimientos. En el caso de Narel, además de la publicación de libros con la coautoría de las comunidades, ella y su esposo Rainer Bussmann desarrollaron un proyecto en el que capacitaron a gente local a hacer el trabajo que ellos hacen.

Es decir, los miembros de las comunidades indígenas con las que trabajaron (los Lamas y los Chácobos, por ejemplo) aprendieron a diseñar un cuestionario, a hacer las entrevistas, a registrar las entrevistas, a vaciar esa información en bases de datos y a participar en la elaboración del libro final que han devuelto a las comunidades.

“Si les das las herramientas, les das los insumos para que ellos puedan hacer las investigaciones podríamos colaborar de una forma impresionante. Si no puedes ir, ellos pueden registrar la información, te la pueden mandar y podemos analizarla juntos”, concluyó Narel Paniagua.

 

Con información de OjoPúblico:

https://ojo-publico.com/2936/el-conocimiento-indigena-en-la-investigacion-cientifica

Imagen tomada de OjoPúblico:

https://ojo-publico.com/2936/el-conocimiento-indigena-en-la-investigacion-cientifica

 


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