20 Dec 2019/ Miscelanea

Entrevista: "La gente feliz genera vínculos; la infeliz compra compulsivamente"

Por UAM Cuajimalpa a las 12:12 pm


Un buen día la socióloga Roberta Paltrinieri dejó de mirar aparadores. Repasó sus hábitos de consumo y no volvió a comprarse ropa, entre otras costumbres que abandonó. “Fue un viaje al interior de lo que sucedía en la crisis de la sociedad de la abundancia que me llevó a mí y a quienes me rodean a tomar conciencia”, dice Paltrinieri, doctora en Sociología y profesora de Sociología del consumo en la Universidad de Bologna, la más antigua del mundo occidental. 

La socióloga también dirige el Centro de Estudios Avanzados sobre el Consumo y la Comunicación del Alma Mater Studiorum de la Universidad de Bologna y es parte de la Research Network Sociology of Consumption. Y allí fue Paltrinieri detrás de la felicidad responsable que, según ella, “es un modo distinto de pensar el bienestar individual y colectivo. Es la superación de un modelo cultural que hizo del ‘Consumo, luego existo’ el leitmotiv de los últimos treinta años, a favor de un modelo cultural que valorice las relaciones antes que los símbolos de status”.

¿Dónde busca la sociedad de hoy la felicidad?

Desde el punto de vista aristotélico, el concepto de felicidad se refiere a la obtención del placer a través de una acción. Sobre la base de esta dimensión aristotélica se ha ido construyendo la sociedad de consumo. En este sistema, a través de los objetos de consumo, los hombres deberían obtener aquel placer que, de algún modo, se presupone para una cierta felicidad. La sociedad del consumo como nosotros la conocimos en Europa, desde la posguerra, es decir desde los años ‘50 hasta los inicios de esta crisis en 2008, prometió la obtención del placer basándose paradojalmente en mecanismos que producen constantemente infelicidad. Desear comprar ha sido un imperativo para la sociedad de consumo europea. Consumir y desear seguir haciéndolo por más que se posean ya muchos bienes. El problema no es la posesión de bienes sino la insaciabilidad: una promesa constante de algo que se debe desear y que una vez obtenido no da satisfacción y por eso reenvía a la necesidad constante de continuar en este accionar. De aquí nacen los procesos de consumo compulsivo. La sociedad europea y la norteamericana son sociedades enfermas desde el punto de vista de la compulsividad, porque a través de este acto se intenta calmar un ansia que está dentro nuestro y que es el estado existencial de la subjetividad en una sociedad que progresivamente ha hecho desaparecer otras formas del placer.

Con este diagnóstico, ¿hoy es posible ser feliz?

Es necesario superar la dimensión instrumental del bienestar individual para estimular un nuevo modelo que ponga en el centro el bienestar colectivo entendido como relación que desarrolla confianza, reciprocidad. Las sociedades felices son las que producen relaciones, vínculos. Las infelices son las que en el lugar de las relaciones venden productos. En síntesis: la gente feliz genera vínculos; los infelices compran compulsivamente.

¿Cómo se hace para hablar de bienestar colectivo en una sociedad de tanta desigualdad?

El modelo económico al cual nos ha habituado la sociedad de consumo es un modelo en el que lo determinante es el bienestar individual medido económicamente. El verdadero problema es que se debe correr el bienestar individual al bienestar colectivo. De hecho, las personas no viven solas, aisladas. Pero la verdadera posibilidad de producir bienestar colectivo nace de la posibilidad de producir bienes relacionales. Una cosa importante en el interior de una comunidad para desarrollar el bienestar no es tanto el dinero cuanto una buena cualidad de las relaciones humanas. El bienestar colectivo debe ser producido a través de las relaciones humanas cualitativamente buenas. Bienes relacionales producen confianza, intercambio, reciprocidad. Las relaciones se vuelven importantes también en términos de desigualdad: si yo produzco relaciones dentro de un sistema, produzco formas de solidaridad y la forma de solidaridad produce cohesión social. Donde existe la desigualdad se pueden activar estos mecanismos de la solidaridad. Si produzco individualismo, no produzco cohesión social.

¿Cuál es hoy la principal característica del comportamiento social?

Hoy es difícil hablar de una teoría del accionar colectivo porque de hecho vivimos en una sociedad donde los procesos de socialización retrocedieron en su capacidad de orientar las relaciones. Hoy más que nunca, en esto veo también el reflejo del paradigma económico neoliberal dominante, hablamos de sujetos individualizados. De hecho, el hombre está cada vez más solo y debe responder a los desafíos de una sociedad global. Hemos perdido los valores normativos que nos orientaban. Es como si el individuo tuviera constantemente que reflexionar sobre las propias acciones. Disminuyó la mediación de la estructura. En el pensar, el comportamiento social ha retrocedido. Esto quiere decir que no hay más un cuadro normativo de referencia sino que hay que proceder por autorreflexión. Se trata de una constante necesidad de encontrar dentro de sí las fuerzas, las capacidades para responder a la emergencia o a la urgencia que el ámbito social le impone.

 

Con información de Clarín

https://www.clarin.com/home/genera-vinculos-infeliz-compra-compulsivamente_0_r17SVIrsvQe.html

Imagen tomada de Clarín

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