27 Sep 2018/ Miscelanea

La cueva de Altamira: la Capilla Sixtina del arte paleolítico

Por UAM Cuajimalpa a las 12:09 pm


  • Este lunes se conmemoró el hallazgo del tesoro pictórico en la cueva de Altamira

La entrada a la cueva de Altamira, situada a dos kilómetros del municipio cántabro de Santillana del Mar, fue descubierta en 1868 por un tejero asturiano llamado Modesto Cubillas. En un día de caza liberó a su perro, atrapado entre las grietas de unas rocas cuando perseguía a una presa, y dio con la entrada. La noticia, que comunicó a sus vecinos a la vuelta, no tuvo la menor trascendencia porque se creyó que era una más entre los cientos de grutas que había en ese terreno de origen kárstico.

Pero Cubillas también se lo comunicó a Marcelino Sanz de Sautuola, un rico propietario local perteneciente a una distinguida familia de la alta sociedad cántabra (bisabuelo de Emilio Botín, el que fuera presidente del Banco Santander), aficionado a la paleontología y considerado un erudito en la zona, aunque no la visitó hasta 1875 o 1876. Cuando lo hizo la recorrió en su totalidad y reconoció algunos signos abstractos, a los que no dio importancia por no considerarlos una obra humana.

El 24 de septiembre de 1879, Sautuola regresó por segunda vez a la cueva de Altamira, pero en esta ocasión acompañado por su hija María Sanz de Sautuola y Escalante, de ocho años. Su intención era excavar la entrada de la cueva para hallar algunos restos de huesos y sílex, tal y como había visto en la exposición universal de París un año antes.

Pero el verdadero descubrimiento lo realizó la niña. Se adentró en la cueva hasta llegar a una sala lateral y allí descubrió unas pinturas en el techo. Sautuola quedó sorprendido al contemplar el grandioso conjunto de pinturas de aquellos extraños animales que cubrían casi la totalidad de la bóveda y al año siguiente publicó un pequeño tratado de apariencia científica titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, en el que defendía el origen prehistórico de las pinturas e incluía una reproducción de ellas.

Las pinturas de Altamira fueron el primer conjunto pictórico prehistórico de gran extensión conocido en el mundo, lo que también contribuyó a generar dudas y desconfianza sobre su antigüedad. Con todo en su contra, ni la ardiente defensa de Vilanova en el Congreso Internacional de Antropología y Arqueología, celebrado en Lisboa en 1880, ni el empeño de Sautuola por demostrar su autenticidad y valor evitó la descalificación de Altamira y los informes desfavorables a nivel internacional y también en España.

A finales del siglo XIX, principalmente en Francia, se descubrieron pinturas rupestres asociadas a los hallazgos realizados en niveles arqueológicos paleolíticos de Altamira y unidos a restos de animales extinguidos en la Península, como el mamut, el reno o el bisonte. Émile Cartailhac, que había sido uno de los más grandes opositores a la autenticidad de Altamira, tras el descubrimiento de grabados y pinturas a partir de 1895 en las cuevas francesas de La Mouthe, Combarelles y Font-de-Gaume, reconsideró su postura y tras visitar la cueva de Altamira, escribió en la revista ‘L’Antropologie’ (1902) un artículo titulado ‘La grotte d’Altamira. Mea culpa d’un sceptique’ (La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico). Ese artículo supuso el reconocimiento universal del carácter paleolítico de las pinturas de Altamira.

Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los periodos Magdaleniense y Solutrense, principalmente y, algunos otros al Gravetiense y al comienzo del Auriñaciense. De esta forma, se puede asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando alrededor de 22.000 años de ocupación dentro del Paleolítico Superior, desde hace unos 35.600 hasta hace 13.000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe.

El estilo de la mayoría de sus obras se enmarca en la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras que representa, ya que contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas y dibujos abstractos.

La sala más importante de todas se conoce como Sala de los Polícromos, donde el animal protagonista es el bisonte. Para pintarlos utilizaron piedras afiladas para grabar la imagen en la roca o carbón y otros minerales que machacaban y después mezclaban con agua o grasa animal. Así fabricaban pintura de diferentes colores como el ocre o el amarillo y utilizaban los dedos, las manos, tampones, e incluso soplaban pintura a través de pequeños huesos de ave huecos para que saliera disparada contra la piedra. Como la parte interior de la cueva está totalmente oscura utilizarían lámparas de tuétano que fabricaban con la grasa extraída de los huesos de los animales para poder pintar.

Ha recibido calificativos como Capilla Sixtina del arte rupestre y fue la primera cueva decorada que se descubrió y la que continúa siendo la más espléndida. Declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1985 y en 2008, se hizo una extensión de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a denominar el conjunto Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España.

En 1977 un fotógrafo notó el deterioro de los pigmentos en las pinturas y por ello las autoridades decidieron cerrarla. En 1982 la cueva fue abierta pero con restricciones, permitiendo el acceso solo a 8, 500 personas al año. Esta medida duró hasta el 2002 ya que en este año se concluyó una réplica exacta de la cueva, la Neocueva. Esta Neocueva es visitada por 250 mil personas al año. En la actualidad, la cueva original de Altamira es visitada por solo cinco personas a la semana, elegidas por sorteo, y que permanecen únicamente 37 minutos en el lugar bajo supervisión de dos guías. La medida es polémica debido al interés por preservar las pinturas.

Con información de El País

https://elpais.com/cultura/2018/09/24/actualidad/1537769625_914876.html

Con imagen de El País

https://elpais.com/cultura/2018/09/24/actualidad/1537769625_914876.html

 


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