22 Sep 2021/ Miscelanea

La mirada y una construcción de la otredad

Por UAM Cuajimalpa a las 03:09 pm


Por Osvaldo Mondelo

En el devenir de la fotografía de los pueblos originarios de la Patagonia Austral existen diversas etapas que se corresponden según los intereses geopolíticos y comerciales de la región. Se construye en un primer momento la imagen del “indio bueno” y defensor de la soberanía.

Afianzado el latifundio patagónico y establecidos en forma permanente los delegados administrativos del Estado nacional, la fotografía acompañará la concepción que impone el nuevo modelo ideológico del desarrollo capitalista. Mostrará un perfil negativo de los tehuelches: Un estorbo para los estancieros, un obstáculo para el progreso.

La imagen reforzará la epopeya colonizadora de los pioneros y evitará captar el despojo. Para la fotografía de la época el indígena, más que un sujeto (persona), es un objeto (cosa). Los retratados no tienen nombres propios, las imágenes convertidas en postales llevan textos imprecisos y generalizados: Indios de la Patagonia, Tehuelches típicos, etc.

La curiosidad antropológica y el interés comercial de los realizadores de postales por lo “exótico” y lo “pintoresco” de los retratados son algunos de los móviles de tantas fotos. Es interesante señalar la fascinación que en los círculos culturales de la Argentina, Chile y Europa despertaban esas postales con imágenes de tehuelches, vistos como un eslabón perdido de la humanidad en la inmensidad de la Patagonia.

La imagen no estuvo ajena al discurso eurocentrista y colonialista. La fotografía, apreciada por su “objetividad”, fue utilizada con fines documentales, propagandísticos y comerciales por la política, la religión, las investigaciones científicas y los propios estudios fotográficos.

Para los gobiernos de Argentina y Chile, las imágenes de caciques y lenguaraces con banderas y uniformes patrios, junto a funcionarios públicos y emplazamientos militares sirvieron para reafirmar la presencia del Estado y la soberanía en los territorios del lejano sur.

Tanto la edición de libros como la producción de postales por parte de la Iglesia Católica tuvieron como fin publicitar la misión evangelizadora. Numerosas son las postales producidas en los talleres gráficos de los salesianos en Turín, Italia, con epígrafes autoelogiosos de su prédica pastoral.

En los museos públicos y privados, el intercambio y venta de fósiles humanos, como de registros fotográficos busco privilegiar antes que la memoria histórica, el acopio, la exhibición y el coleccionismo de muestras antropológicas y álbumes etnográficos. La fotografía “erudita” excluyó en la mayoría de sus imágenes la identidad individual, familiar y comunitaria de los retratados.

El decálogo fotográfico de los antropólogos recomendaba que los indios a fotografiar estuvieran preferentemente desnudos y que las imágenes fueran de frente y perfil sobre un fondo blanco o neutro. Despersonalizar al indígena, borrar su entorno natural y cultural fue una premisa del dogma positivista.

Finalmente, la producción de imágenes de indios por parte de fotógrafos independientes y de casas editoras de postales tuvo un fin puramente mercantilista.

La mirada del fotógrafo, nunca ha sido inocente: siempre respondió a una estética y a una ideología. Sin embargo, en el documento fotográfico (a pesar de ser otra la intencionalidad del pensamiento dominante), parte de la realidad histórica se filtra y expone. La lente capta más de lo que vio el fotógrafo. Queda en la mirada de cada lector o espectador descubrir las brechas.

 

Con información de Clarín:

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/mirada-construccion-otredad_0_HdSroFZy2.html

Imagen tomada de Clarín:

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/mirada-construccion-otredad_0_HdSroFZy2.html


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