24 Apr 2020/ Miscelanea

No volvamos a la normalidad, cambiémosla

Por UAM Cuajimalpa a las 01:04 pm


Debemos basar la recuperación de las crisis en la creación de una nueva normalidad, que prime la eficiencia y el ahorro energético, la economía circular, la conservación de la biodiversidad y la soberanía alimentaria.

Diana Osuna García

Luis Bolonia Álvarez

Javier García Breva

El pasado 31 de marzo, el Consejo de Ministros envió a Bruselas el Plan Nacional Integral de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), algo que ha sido criticado por algunas de las grandes organizaciones ecologistas dado que el PNIEC no había agotado las fases del procedimiento administrativo y consulta pública, ya que todavía está en fase de alegaciones a la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE).

Además, los plazos de este procedimiento se encuentran suspendidos debido al estado de alarma provocado por la covid-19. El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco) alega que el envío solo cumple con la obligación exigida en el Reglamento UE 2018/1999 sobre la Gobernanza de la Unión de la Energía y de la Acción del Clima, aunque al hacerlo el Gobierno estaría precisamente incumpliendo ese mismo Reglamento que establece los procedimientos de información, consulta pública y plataformas de diálogo multinivel sobre clima y energía.

El Reglamento es reiterativo en reclamar a los gobiernos su obligación de poner a disposición del público toda la información del PNIEC para que participe desde el principio en los planes integrados y estrategias a largo plazo y que la sociedad civil y entes locales puedan aportar sus iniciativas. Sin embargo, el Miteco, en la nota de prensa que publicó al respecto, señala que tendrá en cuenta las alegaciones presentadas a la EAE del Plan y volverá a enviar un nuevo texto a Bruselas incluyendo las modificaciones necesarias en base a las observaciones recibidas. Así mismo, el Miteco presentaba el PNIEC como hoja de ruta para la necesaria recuperación económica post- covid-19.

Días después Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, junto con otras nueve ministras y ministros de la Unión Europea, firmaba una carta dirigida a la Comisión Europea pidiendo ser más ambiciosos en los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), llegando a una reducción de entre un 50 por ciento y un 55 por ciento y pidiendo incrementar las inversiones en los campos de energía sostenible, movilidad sostenible, la renovación de edificios, la recuperación de la biodiversidad y la economía circular.

Sin embargp, el PNIEC tiene dos incoherencias principales. La primera es el objetivo de reducción de emisiones que, al quedarse solo en un 23 por ciento, incumple el Reglamento UE 2018/1999 sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y la Acción por el Clima, y el Acuerdo de París, que exige un 40 por ciento y, desde luego, muy por debajo del 50-55 por ciento prometidos durante la COP25 de Madrid hace solo unos meses.

La segunda incoherencia del PNIEC es incluir los principales conceptos de las Directivas Europeas del paquete de invierno en su enunciado sin incorporar los objetivos cuantificados y medidas necesarios para asegurar su cumplimiento. Nos preguntamos cómo se puede alcanzar un objetivo de reducción del 39 por ciento de emisiones en los sectores difusos sin estrategia a largo plazo de rehabilitación del parque de edificios y viviendas ni de infraestructuras de recarga para el vehículo eléctrico.

Con respecto a los objetivos de generación renovable, al no distinguir entre dispositivos de energías renovables centralizados, grandes instalaciones conectadas a la red, y generación distribuida, pequeñas instalaciones y autogeneración, el PNIEC apuesta por un modelo de renovables más orientado a los grandes inversores y especuladores (internacionales) y no deja espacio para la participación de pequeños actores en el mercado energético como comunidades de energías renovables, agregadores, pymes o entes locales.

El PNIEC, al no contar con objetivos de generación distribuida, autoconsumo, comunidades ciudadanas de energía, ni de oferta y demanda flexible, apunta a que el objetivo de energías renovables se pretende alcanzar con grandes instalaciones de eólica y fotovoltaica. Un modelo de renovables distribuido no tendría los problemas de rentabilidad que van a tener las grandes instalaciones renovables si persiste la bajada del precio mayorista de la electricidad y de la demanda. Por el contrario, permitiría trasladar a los consumidores ese abaratamiento de la luz; simplemente porque permitirías abrir la competencia a millones de consumidores, algo que el modelo centralizado impide.

Además, no hay que olvidar que las energías renovables requieren de minerales escasos que no son renovables, ni reciclables en muchos casos. Es más, debido a su baja densidad energética y su intermitencia, requieren de grandes extensiones de terreno, aumentando la presión en el uso de recursos naturales y provocando grandes impactos en el paisaje, en las tierras para garantizar la soberanía alimentaria, la biodiversidad y en la economía rural. La transición ecológica no debe apoyarse en un desarrollo masivo de megainstalaciones de renovables, porque no es sostenible, sino en la eficiencia energética, tal y como dictan y obligan las directivas europeas, por lo tanto, este PNIEC es totalmente insuficiente y señala un camino erróneo que no debemos seguir.

El covid-19 ha dejado varias lecciones cuyas conclusiones deberían ser recogidas en un plan que pretende ser el Plan Marshall para la recuperación de la crisis económica que vendrá después de la sanitaria provocada por el coronavirus SARS-CoV-2. Cuando superemos esta trágica crisis nos debería haber quedado claro que todo aquello que afecta al bien común no debe estar sujeto a las dinámicas de máxima rentabilidad, y que se debe incentivar la economía local y real.

Debería ser evidente que nuestro estilo de vida no es sostenible, que lo que está en crisis es la normalidad en la que nos habíamos instalado. Debemos basar la recuperación de las crisis en la creación de una nueva normalidad, que prime la eficiencia y el ahorro energético, la economía circular, la conservación de la biodiversidad y la soberanía alimentaria. Este modelo incentivaría la pequeña economía, a las Pymes y autónomos que son los que en realidad sostienen la economía de España, y no a los grandes inversores y especuladores de la economía financiera que nos han llevado hasta este callejón sin salida.

 

Con información de El Salto

https://www.elsaltodiario.com/tribuna/energia-volvamos-normalidad-cambiemosla

Imagen tomada de El Salto

https://www.elsaltodiario.com/tribuna/energia-volvamos-normalidad-cambiemosla


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