26 Nov 2021/ Miscelanea

Otra manera de pensar el arte indígena

Por UAM Cuajimalpa a las 04:11 pm


Por Sonia Sierra

Yutsil es artista y cuestiona la noción de que mexicanos es igual a mestizos; problematiza esa categoría racial que tanto se impulsó en la postrevolución: “Vengo de un pasado indígena, mi abuelo era mixteco, pero no me asumo como mestiza, como creación que el Estado ha generado —que es muy problemática—; ahora dividen a la población entre indígenas y mestizos”.

Otra artista, María Sosa, trabaja en torno de la “herida colonial” y su huella en el cuerpo femenino: “No me identifico con ninguna categoría impuesta en el pasado colonial o ahora, soy un tepalcate roto y revolcado en las arenas del tiempo ¿qué parte tengo de qué? Todo. Y al mismo tiempo toda la posibilidad de construir algo nuevo, de hacernos cargo del presente y de hacernos cargo de la historia”.

“En nuestro tiempo —interviene el también artista Fernando Palma—, las diferentes comunidades indígenas, los que promueven desde el activismo el mixteco, el náhuatl... existen tantos idiomas en México porque existió tanta biodiversidad y la biodiversidad generó tantos vínculos con diferentes comunidades. Cuando se pierde una lengua se pierde algo más que cuando se pierde una especie animal, se pierden vínculos”.

Formados en el campo artístico, los tres tienen orígenes o vínculos indígenas o con pueblos originarios; junto a la artista Naomi Rincón Gallardo participan en la exposición “Escucha profunda: prácticas hacia el mundo al revés”, en el Laboratorio Arte Alameda, curada por Lucía Sanromán Aranda, directora de ese museo. (Dos de los artistas en esta muestra: Naomi Rincón Gallardo y Fernando Palma Rodríguez son parte del proyecto expositivo que representará a México en la 59 Bienal de Arte de Venecia, junto con Santiago Borja Charles y Mariana Castillo Deball).

Los creadores en la muestra del Laboratorio Arte Alameda tienen en común también que con sus obras problematizan o formulan preguntas desde temas como la propia identidad indígena, la idea de un arte indígena, la propuesta de indigenizar el museo, la sobreexplotación de la naturaleza. En algunas de las obras el planteamiento es por descolonizar instituciones, prácticas, espacios, discursos.

La propuesta curatorial fue construir un espacio de reflexión crítica y memoria en torno de “epistemologías de pueblos originarios”, frente a narrativas y discursos hegemónicos. Es una muestra que tardó más de dos años en prepararse y llevarse al museo; y buena parte de las obras fueron creadas para la exposición. La antigua arquitectura del edificio del Laboratorio Arte Alameda es parte del diálogo que se propone: casi todas las obras interpelan ese pasado que el exconvento dieguino trae a colación.

Las 13 piezas de Escucha profunda, plantea el museo, son trabajos “con perspectivas descoloniales”. La curadora consiguió reunir a los cuatro artistas para un diálogo, aunque cada obra se puede ver independiente de las demás. Los cuatro tienen trayectorias muy diferentes; generacional y geográficamente también hay distancias. Los vínculos con pueblos ancestrales no son todo lo que comparten sino una actitud crítica frente a cómo se ve y piensa lo indígena en la actualidad, desde el Estado y desde otras instituciones culturales.

“Algunos de estos artistas utilizan la identidad indígena como un punto de partida, otros no; otros utilizan feminismos, otros utilizan descolonialidad. Y quizás todos lo hacen a la vez con todas estas cosas”, dijo la curadora Lucía Sanromán Aranda.

La artista Yutsil (Ciudad de México, 1982) habló de la muestra y su propuesta: “Es una exposición muy interesante en cuanto al diálogo que plantea, y que cuestiona conceptos vinculados con el racismo en México. No me interesa sólo la discriminación por nuestras apariencias físicas, el color de piel o del cabello, sino sobre todo las relaciones que hay en cuanto a la acumulación de la riqueza y la explotación, sobre todo pensando en el extractivisimo, en que los pueblos originarios están siendo saqueados por mineras canadienses, o me interesa también el tema del género, los feminismos. Mi trabajo tiene una condición bastante política que siempre me ha interesado desde una perspectiva artística”.

Su propuesta reúne obras en torno del racismo, el color de la piel y el cabello, el origen y la identidad. En Historias Mixtecas narra el conflicto familiar al revivir la memoria vinculada con su origen amerindio y las formas como se interioriza el racismo en la familia.

Fernando Palma (Milpa Alta, 1957) expone Tlazohuelmanaz, 28 metates en piedra volcánica tallados y cromados; junto a una cabeza de coyote en piedra volcánica cromada con electrónica, guantes de electricista, un sensor de movimiento y cables.

Tlazohuelmanaz es un trabajo sobre la escritura logosilábica del náhuatl. “Aquí presento una serie de metates, 28, donde están inscritos los nombres de los parajes, tan solo de mi calle, avenida Moctezuma, en San Pedro Atocpan, todavía se recuerdan algunos de ellos en náhuatl; es muy interesante cuando se nombra porque al nombrar devela un paisaje; ese nombre nos permite una ventana de acceso al pasado. Esta pieza es una ofrenda a mi gente, a mi tierra, lo digo de una forma fraternal, no paternalista, regresar a vivir a México es muy importante para mí, hay un apego a la tierra”.

María Sosa (Morelia, 1985) compara la colonialidad con un mal aire: “El mal aire es un concepto de los pueblos originarios que se refiere justamente a una enfermedad, la colonialidad ha dejado bastantes problemas con los que hoy vivimos: racismo, sexismo, clasismo, la moral frente al cuerpo, la cancelación del cuerpo y la desconexión de nosotros, entre nosotros, hacia la tierra, y de nosotros con nuestros cuerpos. La exposición busca replantear ciertos conceptos de colonialidad, como la idea de lo diabólico, lo demoniaco, impuestas sobre las deidades prehispánicas, como Huitzilopochtli, un proceso que la religión colonizadora hacía en todas las culturas a donde llegaba; no es una cuestión sólo religiosa, es una cuestión de cosmosivisión; la cosmosivisión es la forma como entendemos, vemos y nos relacionamos con el mundo. Nuestra relación con el mundo ha generado los estragos de violencia en los que hoy estamos. Para intentar curar esto desde mi historia personal, desde la forma como invadió mi historia personal aquí en el siglo XXI, busco en el pasado el momento en el que se producen esas categorías para desmenuzarlas, aislarlas como si fueran un virus, y busco en nuestras culturas originarias conceptos y nuevas ontologías que puedan ayudar esas categorías impuestas a sanar. Creo que retomar esas formas de ver y de pensar el mundo puede ser importante y relevante para reconectarnos con nosotros mismos, con los demás, y con la tierra”.

María Sosa y Fernado Palma, en la presentación de la exposición, coincidieron en que el arte, las instituciones, la enseñanza, operan bajo conceptos colonizadores. A pesar de eso, hoy se da vuelta hacia otras estéticas.

“No sé si el arte occidental ha muerto, pero creo que sí es un buen momento para dejar de hacer arte sucursalista y dejar de estar aspirando hacia el arte del norte global; en nuestras academias no se ve el arte prehispánico”, expresó María Sosa.

Resiliencia Tlacuache es la pieza que presenta Naomi Rincón Gallardo (Carolina del Norte, 1979). Esta obra fue concebida a partir de diálogos con la activista y abogada zapoteca Rosalinda Dionicio, de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán, Oaxaca, y defensora del territorio al colectivizar estos esfuerzos ante empresas extractivas transnacionales. En sus narraciones se desplegó la relación tanto espiritual como política con la tierra y fue ella quien se refirió a la gente aguantadora como “tlacuachitos” y un animal que simboliza resiliencia y resistencia.

El Laboratorio Arte Alameda está ubicado en la calle Dr. Mora 7, Centro.

 

Con información de El Universal

https://www.eluniversal.com.mx/cultura/otra-manera-de-pensar-el-arte-indigena

Imagen tomada de El Universal

https://www.eluniversal.com.mx/cultura/otra-manera-de-pensar-el-arte-indigena


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