El Divino Rostro y la memoria ritual en la Sierra de las Cruces es la segunda exposición que se lleva a cabo en las nuevas galerías de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana y muestra 130 imágenes del antropólogo y fotógrafo Carlos Arturo Hernández Dávila (Ciudad de México, 1972), tomadas en la cordillera donde se encuentra enclavada la Universidad.

Con 110 kilómetros de norte a sur y 40 de oriente a poniente, la Sierra de las Cruces atraviesa a la zona metropolitana del Valle de México y une y a la vez separa a tres grandes zonas metropolitanas: Toluca (dos millones y medio de habitantes), Cuernavaca (un millón de habitantes) y Ciudad de México (veintidós millones de habitantes). 

El valor estratégico de este intricado sistema de bosques, ríos, lagunas, picos, muchas veces a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar, resulta decisivo: desde hace milenios provee de agua, madera, leña, carbón, plantas medicinales, aire fresco, una gastronomía especializada, recreación y sobre todo, mano de obra, a las metrópolis que lo han rodeado: Teotihuacan, Tenochtitlan, la Ciudad de México y las nuevas urbes.

También desde hace milenios, las comunidades de la sierra hayan desarrollado un complejo sistema de negociación transcultural, a la vez antiguo y ultra contemporáneo, con las ciudades que la rodean: un sistema que no excluye a la rebeldía y el eventual levantamiento de las comunidades en defensa de sus territorios.

Con todo, el significado de la sierra va mucho más allá del carbón y el agua… De ser una fábrica o un almacén de recursos. Tal vez lo más valioso sea el pensamiento de la sierra.

Ancestralmente otomí, la sierra también tiene población náhuatl, mestiza y cosmopolita (con importantes comunidades judías y libanesas, por ejemplo).

La Sierra de las Cruces es, sobre todo, un fascinante sistema de sitios sagrados y rutas de peregrinación, entre los más antiguos del continente: el Señor de Chalma, al sur; el Divino Rostro, al centro y la Virgen de los Remedios, al norte.

En estas asombrosas secuencias de imágenes, Carlos Arturo Hernández Dávila nos introduce al corazón de la Sierra: al mundo de los mefi (“trabajadores”, “peones” en otomí), chamanes que cuidan a sus comunidades, curan a su gente y regulan a las lluvias, las heladas, los granizos y a su profunda relación con el Divino Rostro, el Señor de la Montaña, que hoy día vemos como Jesús y antiguamente se presentaba como Mixenthé, el Gato del Monte.

Dos mujeres sagradas, de enorme poder, acompañan a Mixenthé: por un lado, Minthé, la Dueña del Agua, la Señora del Cielo, hoy día la Virgen de Guadalupe y por el otro lado, la Virgen de los Remedios, Señora de los Manantiales y la Lluvia.

En estas secuencias de imágenes, Hernández Dávila nos muestra la íntima relación de esas comunidades y de sus mefi con el cielo, para ellos siempre abierto: con el cielo literal, el del sol, las nubes, las lluvias, las tempestades, los amaneceres… Y con el cielo simbólico, el de los dioses, en una relación inestable, siempre compleja, incierta, sujeta a negociación: al dar y tomar…

Se trata de una auténtica cosmopolítica, enfocada, casi siempre, al ciclo de la milpa.

Así, en las fotografías de Hernández Dávila el cielo se introduce en los rituales donde se ejerce esa cosmopolítica: brumas, auténticos “rompimientos de gloria”, anillos de arcoíris, haces de rayos que se filtran por el follaje, extrañas luces en amaneceres y atardeceres… el cielo toma parte en los rituales y el ojo de Hernández Dávila, antropólogo y artista, está alerta, a la vez, a lo que dice el cielo y a lo que hacen los mefi.

No sólo el cielo: en sus imágenes, Hernández Dávila nos muestra que para los mefi y la gente de la sierra lo sagrado se manifiesta, diría conversa, en rocas, ríos, ciertos árboles, parajes donde realizan ofrendas de comida, flores, música, humo de copal… y sílabas pronunciadas con una deslumbrante devoción.

Y el fotógrafo lo hace con la conmovedora cercanía y respeto de quien, a su modo, forma parte de ese mundo.

En suma, Hernández Dávila muestra que la tierra sigue siendo el paraíso que siempre ha sido: basta con abrir los ojos y voltear a ver… Por lo pronto, aquí, a la Sierra de las Cruces… A la vuelta de la esquina.

El Divino Rostro y la memoria ritual de la Sierra de las Cruces estará abierta al público en las galerías de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa, 1°, 2° y 3° piso, del 25 de agosto al 25 de octubre de 2022.

Vasco de Quiroga 4871, Alcaldía, Cuajimalpa de Morelos, 05348 Ciudad de México, CDMX